Muchos son en El Lugar los lugares curiosos. Pero de todos, la Iglesia de San Pedro es uno de los más extraños. Fue Miguel quien la descubrió primero, guiado por el consejo de dos vecinas de su edificio, a quienes conoció una mañana haciendo la colada en los tendederos comunes que hayen su azotea.     Ellas, dos antiguas conductoras de la línea 8 de autobuses, le recomendaron encarecidamente por lo menos una visita mensual a la iglesia para ahuyentar a los malos espíritus. Miguel,
que no cree en ese tipo de asuntos pero que sin embargo
los teme, le pidió a Nico que le acompañase en su
primera excursión. Nico, por supuesto,
quedó fascinado con aquel lugar.


    ¡Cuántos rituales y sacrificios se habrán producido en ella! A Nico, quien desde hace un tiempo está intrigado por cuestiones sobre tradición y folclore, le gusta especialmente imaginarlo. Miguel está más interesado por su arquitectura y, más concretamente, con la hazaña que es que no se haya desplomado por completo aún. Los dos comparten la creencia firme de que aprenden mucho más pasando allí unas horas que acudiendo a algunas de sus clases. Es por ello que a menudo hacen novillos para visitarla.     Al entrar, les recibe el olor inconfundible de unas velas de cera de abeja, que alguien ha dejado clavadas entre los escombros. Probablemente sean los vestigios de algún nuevo rito que el Druida del Bosque del Sur está desarrollando por allí. Esta vez, los muchachos incurren en una especie de labor contemplativa. Nico escucha un disco en su disquetera, mientras pasea imaginándose que observa las obras de una exposición invisible. Muchas veces ha pensado que le gustaría colgar allí sus cuadros, cubriendo las enormes paredes al modo de los salones de pintura franceses. El lienzo de Los piscineros en la nieve, su obra magna, podría quedar bien entre los altísimos arcos. Miguel, por su parte, se acerca a recoger una de las velas que aún arden en una esquina del edificio, por donde se sube al altar que ahora forman los fragmentos de iglesia derruidos. El chico intenta transportarla de un extremo al otro del edificio sin que el viento la apague, como ha visto que un hombre hacía en una película. La tarde es larga, las posibilidades son muchas.