Las montañas nevadas son uno de los parajes más emblemáticos de El Lugar. Se trata de varias cordilleras de roca maciza que discurren a lo largo de varias hectáreas,muy al Norte. La temperatura en ellas es inconcebible: cientos de grados bajo cero en los puntos más fríos, y desde luego uno de los lugares más gélidos de la Tierra. Nadie ni nada vive en ellas —ningún animal ni ningún humano— porque la temperatura congelaría a cualquiera por caliente que fuera su sangre, y durante los meses más cálidos nunca da tiempo a que nazcan más que un par de insectos. Bajo la nieve únicamente hay un manto de roca. Solo en el punto más meridional, donde el bosque se empieza a mezclar con la montaña, son capaces de mantenerse erguidos algunos pinos.

La mansión en la montaña


Sin embargo, existe una casa en la montaña. Puede verse a lo lejos si se camina durante un par de días hacia el norte, dejando atrás las primeras filas de montañas. Muy pocos lo han conseguido. Se cuentan historias de excursionistas fallecidos en la empresa de alcanzarla, pues para cuando uno logra divisarla ha de tener claro que el camino aún durará un par de días más. Está construida directamente sobre la roca, en estilos arquitectónicos diversos, y en su interior, perdido entre sus miles de pasillos y salones, solo habita desde hace algunas décadas un vampiro alemán. He dicho que nada ni nadie vive en las montañas, y no he mentido, pues él lleva sin estar vivo desde el siglo XVI. Aunque no su nombre, su existencia es conocida por todos en El Lugar, así como sus riquezas y haciendas, pero el vampiro nunca se ha dejado ver.

Piscineros


Las montañas son el patrimonio más querido y respetado por los
habitantes de El Lugar, entre otras cosas porque de ellas proviene uno
de sus focos de ocio más destacables: las piscinas. El agua que las llena
procede directamente del hielo de las montañas. Todos los años, cuando
llega la primavera, los Piscineros (aquellos que se dedican al negocio de
las piscinas) emprenden la marcha a las montañas para cortar los grandes
bloques de hielo que durante el verano se convertirán en piscinas.

La expedición es conocida y celebrada por todos: se suele hacer un
desfile el día que comienza, y a los involucrados se les despide con
pañuelos y bandas de música como en otros lugares se hace desde los
puertos con los tripulantes de las naves. La empresa puede durar semanas
o meses y concluye con el regreso de los Piscineros supervivientes
arrastrando los témpanos gigantescos que han podido extraer.

El prestigio de las piscinas se mide por tamaños, y el tamaño depende
de lo grande que sea el bloque de hielo que el Piscinero decida cortar.
Así este, que es un gremio muy competitivo, cada año se enzarza en una
pugna por el témpano más grande, por la piscina más codiciada. Son
personajes temperamentales, los Piscineros, y se ha de tener cuidado
con ellos.