Nico y Miguel son grandes paseantes. A menudo salen sin un
rumbo fijo, siempre por el placer de caminar y en ocasiones
simplemente por el de volver a casa luego. Los chicos conocen
El Lugar como las palmas de sus manos, y todos los atajos y
entresijos de cada uno de los espacios que lo conforman. Para
ellos, terminar un paseo en La Fuente es una casi obligada
tradición. Es uno de los enclaves más señoriales de la ciudad,
repleto de vegetación y estatuas de piedra, y en tiempos
pasados fue patrimonio exclusivo de la realeza Lugareña.

La leyenda de la princesa

La Fuente es el centro geométrico de un enorme jardín que
el Rey Tremendo I de El Lugar mandó construir hace
siglos para su hija. Según la leyenda, la princesa tenía
un sentido del olfato especialmente desarrollado, y podía
identificar mil especies de plantas distintas solo con olerlas.
A menudo la niña, que dadas sus dotes albergaba un gran
interés por la botánica, salía a pasear por el jardín sola, en
busca de especies aún no catalogadas, desconocidas hasta
para los herboristas más experimentados. En una de estas
expediciones, la pequeña desapareció sin dejar rastro. Los
súbditos de este y Otros Lugares vecinos lloraron la pérdida
durante años, decretándose el luto oficial y la celebración de
quinientas misas en la Iglesia de San Pedro, que por entonces
todavía se tenía en pie. Según se dice, algunas noches junto a
La Fuente pueden oírse aún los lamentos del Rey entre el
murmullo de las aguas.

Objetos mágicos

Los asuntos legendarios están en El Lugar a la orden del día,
y no por suceder en el presente son menos misteriosos o
fantásticos que los sucedidos en el pasado. La más reciente
historia que se cuenta en torno a La Fuente es que de su interior
brotan a veces objetos mágicos, que operan bajo leyes
contrarias a todas las estudiadas por los humanos. La mayoría
suben flotando desde el fondo de la fuente, que es profundo
como el de un pozo, lleno a rebosar de agua. Algunos se
quedan en el camino, o pesan demasiado como para moverse
un ápice. Una de las teorías que los científicos barajan proponen
que todo el dinero que los visitantes lanzan a esta fuente,
confundiéndola con alguna de esas grandes fuentes italianas
a las que se ha de lanzar una moneda para pedir un deseo,
termina reconfigurándose, erosionando y adoptando nuevos
aspectos a causa de la enorme carga mágica del entorno.
Habrán deducido que dedicarse a la ciencia en El Lugar es
sin lugar a dudas un acto de fe.