La Facultad de Bellas Artes es el lugar donde se conocieron Nico y Miguel. Pertenece a la
prestigiosa Universidad de El Lugar, una institución con más de cuatrocientos años de historia
a sus espaldas. En ella se pueden estudiar todos los campos del saber, desde medicina y
abogacía hasta literatura y filosofía. Los de Bellas Artes son los edificios más recientes pero
también, por culpa de quienes los frecuentan, lo que en peor estado están. Entre clase y
clase, los estudiantes tienen que salir a respirar a los jardines porque dentro de los edificios
el olor a pintura y materiales lo inunda todo. Tienen la costumbre de garabatear todas las
superficies que pueden —desde las paredes hasta las taquillas— con rotuladores, sprays,
óleos y acrílicos de todo tipo. Según se cuenta, uno de los aularios de la zona oeste ha
quedado totalmente inutilizado a causa de esta tendencia. Entre el primer y el segundo año
de universidad, la promoción de Nico y Miguel se dedicó a pintar a diario capa sobre capa
el interior de este edificio: los techos, los suelos y por supuesto los muros, resultando en un
palimpsesto de pinturas en estratos, similar a una tarta o un libro. Kilos, pero kilos de pintura
fueron avanzando en todas direcciones, formando bloques cada vez más gruesos que dieron
en ocupar por completo el espacio, que es ahora solo un enorme contenedor de pigmento
seco. A causa de esto, las clases que antes se impartían él han quedado relegadas a otros
aularios, e incluso algunas como Escultura o Pintura II se estudian al aire libre los días que
hace sol en El Lugar.